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Waldbühne vibró con la Novena Sinfonía de Beethoven

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Espectacular concierto en el Daniel Barenboim en el Waldbühne (El Escenario del Bosque) berlines el pasado domingo 21 de agosto.

En Revista Berlín acostumbramos a dar cuenta por anticipado de los eventos que consideramos de interés. En esta ocasión, el recital de la  West-Eastern Divan Orchestra con Daniel Barenboim a la dirección, nos pilló por sorpresa. Os contamos un poco sobre el espectáculo magnífico que vivimos.

Daniel Barenboim, un maestro polifacético:

Daniel Barenboim director de orquesta y pianista, es desde el año 1992 el director general musical de la Ópera Estatal de Berlín.

Pocos se podrían imaginar por su apellido, que este hombre de original e interesante trayectoria musical y personal hubiera podido nacer en Argentina. Pero así ocurrió, siendo en Buenos Aires, a la temprana edad de 7 años, donde realizó su primer concierto frente a un piano.

Poco más tarde, la familia de Daniel Barenboim se trasladaría a Israel, enviándolo a él posteriormente a Salzburgo, en Austria, cuna de Wolfgang Amadeus Mozart.

A partir de ese momento, la carrera musical del pequeño genio Daniel Barenboim se disparará como una estrella fugaz para llevarle al firmamento de la músicla clásica en el que se encuentra ahora, siendo una hito de la música en Alemania y fuera de sus fronteras.

Esto sería una historia destacable pero un tanto más común, si no fuera por que Daniel Barenboim también se ha encargado paralelamente de intentar, a través de la música, curar las heridas de los países por los que la vida le ha llevado.

A finales del siglo pasado fundó la Orquesta del Diván Este-Oeste, juntando en sesiones veraniegas a jóvenes talentos musicales de origén israelí, árabe y español.

Además de la fundación de la West-Eastern Divan Orchestra, en su intento de superar conflictos políticos mediante la música, Daniel Barenboim intentó en el año 2001 interpretar en Israel un acto de La Walkiria de Wagner, lo que produjo una gran polémica en el país.

El Waldbühne en Berlín:

El Waldbühne o “escenario del bosque” es un lugar de gran belleza y originalidad en plena naturaleza. Allí tienen lugar durante el verano berlinés conciertos de famosas bandas de pop y rock, aunque también otros eventos de música clásica como el comentado en este artículo.

El anfiteatro Waldbühne en Berlín está situado junto al famoso Olympiastadion, siendo parte junto a éste del gran proyecto de arquitectura nazi de cara a los Juegos Olímpicos del año 1936, el Reichssportfeld (Campo deportivo del Imperio).

Cuenta con una capacidad de aforo para 23.000 espectadores sentados. Dependiendo del tipo de actividad, es posible entrar con alimentos y bebida, siendo una escena habitual el ver parejas, familias o grupos de amigos asistiendo a un concierto mientras hacen picnik.

Resulta muy fácil llegar al Waldbühne haciendo uso de la línea de metro y S-Bahn berlinesa. El hecho de que allí se se lleven a cabo conciertos de música clásica no significa que se deba a falta de espacio en otros lugares, ya que Berlín es una ciudad especial que dispone de varias óperas, asunto que se presta a la polémica, por el costo que produce al contribuyente subvencionar tantos entes culturales en unca ciudad-Estado “pobre” como ésta.

Daniel Barenboim y la orquesta West-Eastern Divan Orchestra el Waldbühne en Berlín: la Novena Sinfonía de Beethoven

Fue una suma de factores perfecta: como el plato sabroso, las vacaciones ideales e idealizadas, como la cita que da nacimiento al primer amor, lo que encontraron los asistentes al concierto de Daniel Barenboim y la orquesta West-Eastern Divan Orchestra en el Waldbühne en Berlín.

Por un lado, un escenario de ensueño, con los aviones despegando del aeropuerto de Tegel pasando por la espalda del escenario y su cortejo de árboles guardianes.  Sobrevolando las copas de esos robustos árboles, algunos de ellos realizando una curvatura que parecía organizada para dar mayor belleza a la interpretación.

Por otro lado, los temas seleccionados de Beethoven. Symphony No. 8 in F Major, op. 93 para comenzar. Con una ligereza en la interpretación muy adecuada para el contexto campestre. Poco a poco fue preparando la entrada al plato principal.

Y llegó así  composición archiconocida de Beethoven: la Symphony No. 9 in D minor, op. 125 “Choral”, que fue creciendo en intensidad como no podía ser menos. El punto de climax creciente fue espectacular, debido a que invitados al canto hubo un elenco potentísimo de voces: Waltraud Meier, Anja Harteros, Peter Seiffert, René Pape y el coro de la Ópera Estatal de Berlín.

Con estos invitados de honor se interpretó la último movimiento de la  Novena Sinfonía de Beethoven, el llamado Oda a la Alegría, con texto de Schiller.

Este movimiento es la base del Himno de Europa, sobre el cuál el Consejo de Europa encargó a Herbert von Karajan que realizara la versión oficial actual. No sabemos si la decisión de Daniel Barenboim de interpretar una pieza tan especial tenía, además del valor estético, alguna carga simbólica en el momento en que la Comunidad Europea sufre tal crisis de identidad.

Tal vez fuera un guiño a Frau Angela Merkel, que era por lo demás anfitriona de honor del evento,  para que no se olvidara del proyecto europeo, desbaratándoselo al pobre Herlmut Kohl.


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